Rosa López Monís

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Dieta prudente

Actualmente son numerosos estudios los que ponen de manifiesto, ya desde hace bastantes años, la relación intrínseca entre lo que comemos, es decir nuestra dieta y la prevalencia de ciertas enfermedades de tipo crónico.

Se puede decir que en la actualidad esta relación junto con la de la actividad física y esas mismas enfermedades están claramente establecidas y englobadas dentro de lo que comúnmente se conoce como factores ambientales.

Lo que se entiende por dieta prudente en la actualidad es un conjunto de tipos de dietas, que favorecen nuestra salud y que ineludiblemente han de contar con una serie de cualidades o características comunes, como son:

  • Debe ser equilibrada.

  • Debe ser suficientemente variada.

  • Debe ser apetitosa o palatable.

  • Debe ser personalizada.

  • Debe ser segura e inocua.

Y últimamente se incluye la característica de “funcional” como característica a tener en cuenta.

Si se desarrollan mínimamente estos conceptos, nos daríamos cuenta que gracias a la complejidad y variedad de nuestra gastronomía y de nuestros hábitos alimentarios, existen multitud de posibles opciones que garantizan todas estas características que hemos señalado como precisas dentro del término “dieta prudente”.

En cuanto a que sea equilibrada, es evidente que debe proporcionar energía suficiente y todos los nutrientes esenciales necesarios para cubrir los requerimientos del individuo, vigilando no proporcionar excesos o defectos.

La amplia combinación de alimentos es garantía para la consecución de una dieta variada.

Dado que los nutrientes están ampliamente distribuidos en los alimentos, una combinación de los diferentes grupos de alimentos asegurará la obtención de una dieta variada.

La palatabilidad aunque parece ser, a primera vista una característica secundaria, no lo es, puesto que la alimentación no solamente es la satisfacción orgánica de las necesidades nutricionales si no que también también engloba conceptos como el placer siendo éste uno de los motores de consumo de cualquier dieta que se pudiera plantear a un individuo dado.

Estrechamente relacionado con lo anterior, los gustos y preferencias de un individuo deben ser tenidos en cuenta, ya que pertenecen a lo más profundo de sus hábitos alimentarios.

Por lo tanto una dieta personalizada, adaptado en lo posible a las preferencias de la persona es necesaria para su aceptación por parte del individuo.

Como requisito imprescindible cualquier dieta debe ser por principio inocua y segura.

Asegurar medidas higienicodietéticas en el procesado y manipulación de los alimentos permiten que una seguridad contra las alteraciones a lo largo de toda la cadena alimentaria.

Últimamente también se le exige a la dieta que sea funcional, es decir que contenga una cantidad y variedad de alimentos funcionales; frutas, verduras, hortalizas, etc. Estos alimentos en su totalidad o parcialmente alguno de sus componentes poseen propiedades beneficiosas para la prevención o tratamiento de ciertas enfermedades. Estos componentes “fisiológicamente activos” poseen propiedades reguladoras o moduladoras en diferentes órganos y sistemas corporales, como el inmunitario, endocrino, digestivo, etc.

Por lo tanto una dieta que proporcione todas estas características, no sólo satisfará las necesidades de la persona sino que también ayudará en la prevención de muchas de las enfermedades crónicas más prevalentes que aquejan hoy en día a una sociedad desarrollada como la española.


Extraído de la asignatura “nutrición comunitaria” de la Universidad Isabel I.