SIBO
¿Qué es el SIBO?
El SIBO ocurre cuando un exceso de bacterias coloniza el intestino delgado, donde normalmente hay una concentración mucho menor que en el colon. También existe el sobrecrecimiento de arqueas metanogénicas (IMO), una variante caracterizada por un exceso de arqueas que producen metano, a menudo asociada con estreñimiento.
Cuando estas bacterias o arqueas se multiplican, consumen los nutrientes antes de que el cuerpo pueda absorberlos, lo que puede provocar deficiencias nutricionales. Además, los gases y subproductos de su metabolismo pueden causar:
Hinchazón y dolor abdominal.
Diarrea o estreñimiento.
Fatiga y malestar general.
Causas comunes del SIBO
El flujo normal de los alimentos a través del tracto digestivo depende de contracciones musculares rítmicas. Cualquier condición que interfiera con este proceso puede favorecer la acumulación de bacterias en el intestino delgado:
Anomalías estructurales: Cicatrices por cirugías, diverticulosis o bloqueos parciales.
Condiciones autoinmunes: Enfermedades como la esclerodermia o la diabetes tipo 1 pueden dañar los nervios que controlan la motilidad intestinal.
Infecciones: Las infecciones por bacterias como Salmonella o Campylobacter pueden dañar temporalmente los nervios intestinales, contribuyendo al SIBO.
Ácido estomacal insuficiente: Ya sea por medicamentos como inhibidores de la bomba de protones (IBPs) o por condiciones como gastritis.
Diagnóstico: Un desafío en evolución
Los métodos diagnósticos actuales incluyen:
Aspiración del intestino delgado: Procedimiento invasivo para recolectar muestras de líquido del intestino delgado. Sin embargo, es costoso y propenso a contaminación.
Pruebas de aliento: Una alternativa más accesible que mide gases (hidrógeno, metano o sulfuro de hidrógeno) producidos por microbios tras ingerir una bebida azucarada.
Pese a su utilidad, estas pruebas tienen limitaciones:
Resultados falsos positivos por fermentación en el colon.
Falsos negativos si los microbios están en zonas inaccesibles del intestino.
Tratamiento: Entre avances y limitaciones
Antibióticos dirigidos:
Rifaximina: Se absorbe poco, actuando principalmente en el intestino. Es eficaz en hasta el 70% de los casos, pero puede ser costoso y no siempre funciona, suele haber bastantes recaídas.
Los efectos secundarios, como fatiga o mareos, son posibles pero poco comunes.
Dietas específicas:
La dieta baja en FODMAPs limita carbohidratos fermentables que alimentan a las bacterias. Sin embargo, no es una solución total, hay que combinarla con otros métodos.
Procinéticos y otros suplementos:
Medicamentos que mejoran la motilidad intestinal, ayudando a prevenir recaídas. Además usamos otros suplementos, como glutamina, curcumina fitosomada...
Tratamiento de la causa subyacente:
Identificar y abordar problemas estructurales o condiciones autoinmunes es crucial para evitar recurrencias.
Reflexión final
El SIBO sigue siendo una condición difícil de diagnosticar y tratar, lo que puede llevar a frustración en los pacientes. A medida que la investigación avanza, esperamos un mejor entendimiento de cómo manejar este complejo trastorno y devolver la calidad de vida a quienes lo padecen.