Rosa López Monís

View Original

Transgénicos en nuestra salud.

Empezaré este artículo definiendo lo qué es un transgénico u OMG (Organismo Modificado Genéticamente, OMG) como un organismo vivo que ha sido creado artificialmente manipulando sus genes. Os preguntaréis cuál es el fin de estos transgénicos, os daré un ejemplo, el maíz transgénico que se cultiva en España lleva genes de bacteria que le permiten producir una sustancia insecticida de un modo autóctono, sin necesitar añadir el químico artificialmente. 

Las técnicas de ingeniería genética, realizadas por biólogos moleculares consisten en aislar segmentos del ADN (el material que contiene la información genética) de un ser vivo (virus, bacterias, bacteroides, vegetales, animales) para introducirlos en el material hereditario de otro. 

La diferencia principal con las técnicas tradicionales de mejora genética es que permiten franquear las barreras entre especies para crear seres vivos que no existían en la naturaleza. Se trata de un experimento a gran escala con impactos muy graves a nivel ambiental, económico y social. Por supuesto también lo es para nuestra salud, es una lotería. Cuando creamos organismos transgénicos estamos creando nuevas proteínas, nuevo material genético. Estas proteínas no nos han acompañado en el proceso de adaptación, en la evolución, por lo que pueden provocar reacciones inmunológicas, del mismo modo que podrían hacerlo, por ejemplo las fracciones del gluten, que también son proteínas. Puede que tengamos suerte y que nos beneficie esa nueva secuencia de ADN, pero puede también que provoque cambios bioquímicos, hormonales y funcionales que pongan en riesgo nuestra salud. 

El algodón, el maíz y la soja son los principales cultivos transgénicos cultivados en los Estados Unidos. La mayor parte se utiliza para hacer ingredientes para otros alimentos, tales como:

Jarabe de maíz, almidón de maíz utilizado en sopas y salsas, aceites de soja, maíz y canola, pan, aderezos para ensalada y mayonesa, azúcar de remolacha…

Otros de los principales cultivos de ingeniería genética incluyen: papayas, manzanas, patatas y calabazas.

Las corporaciones agroquímicas transnacionales como Monsanto, Bayer, Syngenta y otras, tratan de llevar el control de la agricultura a nivel mundial a través de las variedades transgénicas que ellos mismos crean en sus laboratorios. Producen frutas sin semillas, para que los agricultores tengan que comprar las semillas cada año. No compren frutas sin semillas, no colaboren a ese negocio que además pone en riesgo su salud. 

A pesar del gran potencial que tiene la biología molecular, esto no puede ser utilizado como justificación para convertir el medio ambiente en un gran experimento con intereses comerciales, porque es nuestra salud la que está en juego. 

Y existen estudios, que como siempre me gusta comentaros. En un estudio llevado a cabo en Austria,  que podéis ver aquí: http://www.greenpeace.org/espana/Global/espana/report/transgenicos/efectos-biol-gicos-a-largo-pl.pdf se pudo demostrar que los ratones alimentados con maíz transgénicos vieron afectada seriamente su fertilidad en comparación con los ratones alimentados con maíz convencional. Otros estudios científicos llevados a cabo sobre tres maíces transgénicos han encontrado evidencias de los riesgos en algunos parámetros sanguíneos asociados con las funciones renales y hepáticas. Los tres maíces tienen, si embargo, el visto bueno de las autoridades europeas, que han permitido su importación para entrar en la alimentación humana y animal en Europa y uno de ellos, el MON810, se cultiva sobre todo en España.

En EE.UU, podemos comentar el caso del "Maíz Starlink" en el año 2000, el cuál se encontró en la cadena alimentaria en trazas y que provocó graves problemas de reacciones alérgicas. 

Por otro lado algunos transgénicos pueden transferir a las bacterias la resistencia a determinados antibióticos que se utilizan para luchar contra enfermedades tanto humanas como animales (por ejemplo, a la amoxicilina). La Asociación de Médicos Británica ha recomendado prohibir el uso de estos genes marcadores.

Pueden aparecer nuevos tóxicos en los alimentos (debido a los cultivos Bt o a las proteínas que se utilizan como marcadores en los OMG). También se asocia con un incremento de la contaminación en los alimentos por un mayor uso de productos químicos en la agricultura. 

Según información obtenida de greenpeace:

“Los planes de estas corporaciones son convertir la producción agrícola y alimentaria mundial en un gran experimento genético, totalmente dependiente de sus semillas patentadas, destruyendo los modelos agrarios basado en soberanía alimentaria, libre intercambio de semillas y saberes campesinos, eliminando del mapa, por ejemplo, a todas las pequeñas empresas semilleras”.

En la Unión Europea están autorizados el cultivo de un maíz Bt, llamado MON810 (de la corporación agroquímica Monsanto), las importaciones de soja transgénica y de diversos maíces transgénicos para alimentación humana e animal y las importaciones de algodón para la industria textil.

En marzo de 2010, la Comisión Europea dio luz verde a una patata transgénica propiedad del gigante químico BASF, denominada Amflora, pero en enero del 2012 la propia empresa confirmaba su retirada de Europa por la falta de mercado. Patata transgénica Amflora ha sido un rotundo fracaso en el mercado europeo, desde su polémica autorización en marzo de 2010, la superficie de cultivo era en 2011 tan sólo de unas 20 hectáreas. 

En 2012, el gobierno de España siguió tolerando prácticamente en solitario el cultivo comercial de  unas 116.306,60 hectáreas del maíz de Monsanto. 

Sin embargo, a pesar de más de una década de presión sobre los estamentos políticos y sobre las diferentes administraciones, la industria biotecnológica no ha logrado imponer sus OMG, debido a que por una parte no se han cumplido sus promesas (ni alimentarias ni en términos de resolución de los problemas del campo), y por otra cada vez están más demostrados los riesgos ambientales, económicos y sanitarios que conllevan estos organismos.

Los datos que maneja el ISAAA, fundada por la industria biotecnológica con el objetivo de promocionar los cultivos transgénicos, demuestran que después de 14 años, solo el 0,06% de la superficie agrícola europea se ha dedicado a los cultivos transgénicos.

Alrededor del 80% de la producción de cultivos transgénicos sigue restringida a cuatro países del continente americano: Estados Unidos, Canadá, Brasil y Argentina.

Ha habido intentos de introducir estos cultivos en China (arroz MG) e India (berenjena MG), pero ambos también han fracasado.”

Sin embargo la Organización Mundial de la Salud, la Academia Nacional de Ciencia, y varias de las organizaciones científicas más importantes alrededor del mundo han revisado investigaciones sobre alimentos transgénicos y según ellos no han encontraron evidencia de que sean dañinos. No hay informes de enfermedades, lesiones o daños al medio ambiente debido a los alimentos transgénicos… tal vez tengamos que empezar a enfermar a largo plazo, como ocurre por ejemplo con algunos metals cuyo efecto es bioacumulativo, para que emitan un comunicado y prohiban el uso de transgénicos, yo mientras os recomiendo que los evitéis, como os digo siempre que no haya un gran metaanálisis no significa que no haya ciencia que respalde lo que aquí os contamos. 

Fuentes:

Parte de esta información ha sido extraída de la página de Greenpeace España: http://www.greenpeace.org/espana/es/