Aceite de Krill
El aceite de krill, es sin duda una de las mejores fuentes de omega 3, ya que combina de un modo casi perfecto las proporciones de omega 3, 6 y 9. Además es rico en antioxidantes como varios tipos de flavonoides y vitaminas A y E.
Por otro lado es el único aceite marino que combina ácidos grasos omega-3, fosfolípidos y antioxidantes, tres sustancias fundamentales para que el organismo humano pueda funcionar correctamente.
Las grasas son moléculas que se oxidan con mucha facilidad en presencia del oxígeno, lo que da lugar a la creación de hidroperóxidos, radicales libres que dañan nuestras células y tejidos. De hecho podemos afirmar que después de la contaminación por microorganismos la oxidación de las grasas es la forma más importante de deterioro de los alimentos. Aparecen olores y olores a rancio, se altera el color del alimento y disminuye el valor nutritivo ya que se pierden nutrientes. Por ello aquellos alimentos grasos ricos en antioxidantes resultan de gran interés para nuestra salud, ya que nos aportarán grasas de mayor calidad.
Es el caso del aceite de krill que El aceite de krill podría ser 48 veces más potente que el aceite de pescado. Esto significa que la cantidad de aceite de krill que necesita es menor que la del aceite de pescado, como lo confirma el estudio publicado en el 2011 por Journal Lipids.
El aceite de krill procede de un pequeño crustáceo similar al camarón cuya alimentación se basa sobre todo en fitoplancton marino, y del que se alimentan tiburones ballena, ballenas, mantas. Conocido en Japón como okiami, habita en los mares de la Antártida, la costa oeste de la isla de Vancouver, Rusia, Ucrania y Japón.
Del krill se extrae el aceite de krill, importante fuente de ácidos grasos omega 3, fosfolípidos, vitaminas (A, D y E), colina y una importante sustancia antioxidante llamada astaxantina, además de pequeñas cantidades de ácidos grasos omega-6 y omega-9. La proporción omega 3-omega 6 es 15:1.
En un estudio realizado en la Universidad de Toronto, se observó que 300 mg de aceite de krill reducían claramente la inflamación en enfermedades como la artritis reumatoide. Lo más sorprendente es que estos resultados comienzan a notarse tan solo un semana después.
Otro estudio también en Canadá, en la Universidad de Montreal, demostró que entre 1-3 gramos al día de krill era efectivo para reducir la glucosa, el colesterol total, LDL y triglicéridos, aumentando el la fracción de colesterol HDL, conocido como el colesterol bueno , en comparación con el aceite de pescado y un placebo. Los resultados se obtuvieron tras tres meses de consumo.
También en la Universidad de Montreal se comparó el efecto del aceite de krill con el del aceite de pescado para reducir el síndrome premenstrual y muchos de sus síntomas asociados como los emocionales o la dismenorrea.
Por otro lado el consumo de grasas omega-3 en la dieta está relacionado con una supervivencia prolongada de pacientes con enfermedad arterial coronaria. Este beneficio está relacionado con la prevención del acortamiento de los telómeros. Un estudio publicado en el Journal of the American Associaion (JAMA por sus siglas en inglés), siguió a 608 personas en California con enfermedad coronaria estable durante cinco años, aquellos que tenían los niveles de DHA y EPA más altos tuvieron un cambio mínimo en la longitud de los telómeros.
Los telómeros, pueden ser una de las claves para entender el envejecimiento. Se encuentran en la punta de cada brazo de sus cromosomas. A lo largo de su vida, los telómeros se van acortando cada vez que una célula se divide. Los radicales libres también pueden romper los telómeros y se cree que esto acelera el envejecimiento. Con lo que el aceite de krill se posiciona como un suplemento prometedor en la terapia antiaging.
Otros beneficios atribuidos al consumo regular de aceite de krill son los de favorecer la salud vascular, mejorar la función del sistema nervioso, la concentración, la memoria y el aprendizaje, luchar contra la depresión, fortalecer el sistema inmunológico, las articulaciones, la salud de la piel, disminuir la inflamación, y luchar contra los signos del envejecimiento.
Lo que hace al aceite de krill además de su composición tan interesante es su alta biodisponibilidad. Los ácidos grasos en la naturaleza no suelen presentarse en forma libre, sino formando parte de estructuras más complejas.
En los pescados los omega- 3 se presentan en forma de triglicéridos, los cuáles son insolubles en el estómago y en el medio intestinal acuoso, con lo que que para que los productos de su digestión: ácidos grasos libres y monoglicéridos, sean correctamente absorbidos dependen de las sales biliares para su absorción a través de la linfa, lo que hace que solo se absorba aproximadamente un 65% de los ácidos grasos ingeridos. Por el contrario los ácidos grasos del aceite de krill se presentan en forma de fosfolípidos, que son un tipo de lípidos de carácter anfipático, es decir que poseen un extremo hidrofílico que es soluble en agua y otro hidrófobo o sea que rechaza el agua, y es soluble en grasa. Esta composición de los ácidos grasos en forma fosfolipídica del aceite de krill permite que se formen en el intestino pequeñas micelas, que son transportables en medio acuoso, por lo que no dependen de las sales biliares para su absorción intestinal, lo que mejora su biodisponibilidad hasta un 98%.
Además, los fosfolípidos pueden ser absorbidos directamente del epitelio intestinal, intactos o, tras su digestión parcial, como liso-fosfolípidos y ácidos grasos libres, fácilmente disponibles por las membranas celulares de los glóbulos rojos, las células del cerebro y el tejido de las articulaciones. Por lo que los fosfolípidos ejercen una acción sinérgica con los ácidos grasos omega-3, mejorando su biodisponibilidad.
Por tanto recomendamos entre 300 mg y 2 gramos al día de aceite de krill, según patología a tratar, dosis que deben ser recomendadas por un profesional de salud cualificado.
Bibliografía
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