Migrañas y déficit de vitaminas.

La migraña es una patología con alta prevalencia en todo el mundo, cuya etiología es poco clara. Hay evidencias que demuestran que la fisiopatología de la migraña implica factores inmunológicos y del estrés oxidativo, donde la dieta puede jugar un papel clave en la prevención de los ataques. Tanto la migraña aguda como la crónica, es una enfermedad común y compleja que se caracteriza por un dolor de cabeza intenso que afecta normalmente a un solo lado de la cabeza, acompañado de diferentes síntomas como náuseas, vómitos, fotofobia y fonofobia. La prevalencia a nivel mundial de esta enfermedad es alta (10 - 15%) y similar a la española (12 - 13%). Además, es conocido que la prevalencia de la migraña es mayor en mujeres (17.2%) que en varones (8%). 

Los factores proinflamatorios relacionados con la migraña desencadenan un constante estado de inflamación en el organismo, relacionado con la obesidad y la inflamación neuronal. Algunos estudios han relacionado los ataques de migraña con el estilo de vida y /o hábitos alimentarios.

Existen diferentes factores específicos asociados a la dieta como desencadenantes, por ejemplo: el ayuno, vino tinto, cerveza, cafeína, queso curado, alimentos en conserva ricos en nitratos y nitritos, glutamato monosódico y edulcorantes artificiales como el aspartamo. Por lo que una dieta para acompañar a pacientes con migrañas debe excluir estos alimentos y aditivos. También hay otros factores relacionados con el estilo de vida como el estrés psicológico, dormir poco o la alteración de los ritmos circadianos. 

Entre las vitaminas más relacionadas con la migraña, está la D, la B12, el folato, la riboflavina (B2) o la coenzima Q10. 

Los niveles de vitamina D pueden tener un papel clave en la migraña ya que está implicada en la regulación del sistema inmune y la resolución de la inflamación. En la migraña hay un aumento de los niveles séricos de proteína C reactiva (PCR). La PCR es un marcador que se eleva cuando hay una inflamación de cualquier tipo en el organismo, es por ello que la vitamina D puede ayudar. Posiblemente el déficit de vitamina D, no sea la causa directa, pero interviene en la cascada de interacciones que se producen en la migraña. 

Por otro lado, la suplementación de folatos y vitamina B12 reducen los niveles de homocisteína y, consecuentemente, la frecuencia y la gravedad de los ataques de migraña. La carencia de ácido fólico condicionará una pobre metilación a nivel del hígado. La homocisteína puede influir en el umbral de dolor de los ataques de migraña. Además, muchos pacientes con migraña tienen un polimorfismo que implica una mala gestión de los folatos. Los folatos y la vitamina B12 tienen un papel fundamental en el control de los niveles de la homocisteína, así que tener un buen control de estas vitaminas es fundamental para reducir la migraña. También se ha evidenciado que los pacientes con migraña suelen tener niveles bajos del complejo B (vitamina B2, B9, B12 y / o B6) y la ingesta del complejo B es una buena opción para prevenir la migraña. 

Respecto a la B2, un ensayo clínico realizado en 2004 por Boehnke et al. demostró la eficacia de la intervención con riboflavina en altas dosis para mitigar los efectos de la migraña severa. Los pacientes que participaron en este ensayo recibieron 400 mg/día de riboflavina durante 6 meses.  La frecuencia media de los dolores de cabeza se redujo de 4 a 2 días al mes y hubo una disminución del 35 % en la incidencia de los fármacos tomados por los pacientes para controlar el dolor. Sin embargo, la cantidad máxima de riboflavina que se puede absorber a partir de una sola dosis es de tan solo 27 mg. A esto se añade que la riboflavina tiene una vida media muy corta de aproximadamente una hora. 

La riboflavina es un precursor de las coenzimas flavín mononucleótido (FMN) y flavín adenín dinucleótido (FAD), que son cruciales para el transporte de electrones dentro de las mitocondrias, por tanto la riboflavina es un componente esencial de la producción de energía de las mitocondrias. Es necesaria para la producción normal de ATP, que favorece la estabilidad de la membrana y garantiza un buen funcionamiento de las funciones celulares relacionadas con la energía. Aparentemente, la riboflavina es capaz de repletar las reservas energéticas mitocondriales en los pacientes de migraña, mejorando la función y la eficiencia de las mitocondrias.

La Coenzima Q10 es producida por todas las células de nuestro cuerpo, con excepción de las células rojas de la sangre. La producción de Coenzima Q10 aumenta paulatinamente hasta los 20 años de edad, para luego comenzar a disminuir paulatinamente.  A los 65 años de edad, las personas mayores pueden estar produciendo solamente la mitad de la Coenzima Q10 que producían a los 25 años. De ahí que muchas veces sea necesario un buen suplemento de Coenzima Q10 para compensar este déficit.

En 2015 el Doctor Galia de la Gaul of the Headache Clinic (Alemania) informó sobre los resultados de un estudio aleatorizado controlado con placebo a doble ciego. En el estudio se utilizó Coenzima Q10 en forma de ubiquinona junto con magnesio y riboflavina para tratar la migraña. Los resultados mostraron que un tratamiento con 150 miligramos de Coenzima Q10 reduce la frecuencia e intensidad de los ataques de migraña.

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