Tus genes escuchan lo que comes, sientes y piensas: la conexión entre PNI y epigenética

¿Sabías que tus emociones, tus hábitos diarios e incluso el entorno donde vives pueden modular la forma en que tus genes se expresan? Aunque suene sorprendente, no estamos determinados únicamente por nuestra genética. Hoy sabemos que lo que hacemos día a día tiene un impacto directo sobre nuestra biología más profunda.

Aquí es donde entran dos disciplinas fascinantes y complementarias: la Psiconeuroinmunología (PNI) y la epigenética.

¿Qué es la PNI y qué tiene que ver con los genes?

La Psiconeuroinmunología estudia la compleja red de comunicación entre la mente, el sistema nervioso, el sistema inmunológico y el sistema endocrino. En pocas palabras, analiza cómo lo que piensas, sientes y haces afecta directamente tu salud física.

Por su parte, la epigenética nos muestra que los genes no son destinos escritos en piedra. Aunque heredamos una determinada carga genética, muchos de esos genes pueden activarse o silenciarse en función del entorno. Y aquí es donde nuestros hábitos diarios tienen un papel protagonista.

¿Qué factores modulan esa expresión genética?

La interacción entre la PNI y la epigenética nos revela que la salud no solo depende de lo que comemos, sino también de cómo vivimos y sentimos. Estos son algunos factores clave:

  • Estrés y emociones: El estrés crónico y las emociones reprimidas pueden activar mecanismos epigenéticos que fomentan la inflamación, alteran el equilibrio hormonal y debilitan el sistema inmunológico.

  • Alimentación: Nutrientes como el ácido fólico, la colina, el zinc o los polifenoles pueden modular la expresión de genes implicados en la reparación celular, la desintoxicación y el metabolismo energético.

  • Microbiota intestinal: Las bacterias que habitan en tu intestino producen metabolitos capaces de influir en tus genes. Esta conexión intestino-cerebro es tan potente que puede regular tu estado de ánimo, tus niveles de energía y tu sistema inmune.

  • Ritmos circadianos: Dormir mal o ignorar los ciclos naturales del cuerpo puede alterar la expresión de genes encargados de la regeneración celular, la producción hormonal o la respuesta al estrés.

¿Qué podemos hacer?

La buena noticia es que tenemos margen de acción. Pequeños cambios sostenidos en el tiempo pueden generar un gran impacto:

  • Practicar técnicas de gestión emocional (como la meditación o la escritura terapéutica).

  • Comer alimentos reales, ricos en micronutrientes y antioxidantes.

  • Cuidar tu microbiota con fibra, fermentados y prebióticos.

  • Respetar tus ritmos de sueño y desconectar de las pantallas al anochecer.

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