Rosa López Monís

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Aluminio y su posible relación con Alzhéimer

Parece que por fin se está eliminando el timerosal, un derivado del mercurio de la mayoría de las vacunas, al menos en algunos países como Estados Unidos, Dinamarca… sin embargo en muchos otros aún contienen aluminio, metal que introdujo, en 1926 el inmunólogo británico Alexander Glenny con el fin de reforzar la respuesta inmune.

En un interesante artículo publicado en Discovery salud en Febrero del 2018, podemos leer:

“El doctor de la Universidad de la Columbia Británica (Canadá) Christian Shaw, especializado en enfermedades neurodegenerativas, publicó en 2007 un trabajo titulado “El adyuvante de aluminio vinculado a la enfermedad de la Guerra del Golfo induce la muerte de la neurona motora en ratones”. En aquel entonces existía en Estados Unidos gran preocupación por la denominada “enfermedad de la Guerra del Golfo” (GWI por sus siglas en inglés), trastorno crónico multisintomático de origen desconocido que afectó a miles de militares y trabajadores civiles tras regresar del conflicto (1990-1991) presentando una amplia gama de síntomas -agudos y crónicos- que incluían fatiga y dolor muscular. ç

Así que Shaw decidió valorar si la causa había sido la vacuna del ántrax o alguno de los componentes de las demás vacunas que se les inocularon para lo cual desarrolló un modelo animal sobre el que examinar el posible impacto neurológico del hidróxido de aluminio, del escualeno y de ambos adyuvantes combinados. Para lo cual inyectó a esos ratones tales adyuvantes en dosis equivalentes a las que recibió el personal del servicio militar estadounidense sometiéndolos luego a una batería de pruebas motoras y cognitivo-conductuales durante seis meses. Pues bien, los que recibieron solo aluminio sufrieron una disminución progresiva de su fuerza y los que recibieron conjuntamente aluminio y escualeno mostraron déficits cognitivos significativos de aprendizaje.

Transcurridos los seis meses los animales fueron sacrificados y examinados los tejidos de su sistema nervioso central identificándose entre los animales inyectados con aluminio un mayor número de neuronas muertas, una pérdida significativa de neuronas motoras y un aumento en el número de astrocitos de la médula espinal lumbar. Llegando Shaw a la siguiente conclusión: “Nuestros hallazgos sugieren que el adyuvante aluminio puede asociarse a algunos de los problemas neurológicos de la GWI y tiene posiblemente un papel adicional cuando se combina con otros adyuvantes”.

Con lo que el aluminio se convirtió desde ese momento en el principal sospechoso de muchos trastornos neurológicos -negados hasta hoy- asociados a las vacunas.  Ver artículo completo.

Desde entonces son varios los trabajos de investigación que denuncian la neurotoxicidad del aluminio y lo relacionan con enfermedades con Alzheimer. En un artículo publicado en 2017 que podéis ver aquí, se informa de lo siguiente:

Las predisposiciones genéticas que describen un diagnóstico de enfermedad de Alzheimer familiar pueden considerarse como piedras angulares de la hipótesis de la cascada amiloide. Esencialmente colocan la expresión y el metabolismo de la proteína precursora amiloide como la etiología de la enfermedad. Sin embargo, no conocemos la causa de la enfermedad de Alzheimer y se puede demostrar que los factores ambientales contribuyen a su aparición y progresión. Uno de estos factores ambientales es la exposición humana al aluminio y se ha demostrado que el aluminio está presente en el tejido cerebral en la enfermedad de Alzheimer esporádica.

Hemos realizado las primeras mediciones de aluminio en el tejido cerebral de 12 donantes diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer familiar. Las concentraciones de aluminio fueron extremadamente altas, por ejemplo, hubo valores superiores a 10 μg / g de tejido seco, en 5 de los 12 individuos. En general, las concentraciones fueron más altas que todas las mediciones previas de aluminio cerebral excepto en casos de encefalopatía conocida inducida por aluminio. Los autores afirman: “Hemos apoyado nuestros análisis cuantitativos utilizando un nuevo método de microscopía de fluorescencia selectiva de aluminio para visualizar el aluminio en todos los lóbulos de cada cerebro investigado. Los datos cuantitativos únicos y las impresionantes imágenes de aluminio en el tejido cerebral de la enfermedad de Alzheimer familiar aumentan el espectro del papel del aluminio en esta enfermedad devastadora”.

En enero del 2016 se publica un metaanálisis en Neuroscience Letters, que pueden ver aquí, donde los resultados mostraron que los individuos expuestos crónicamente al aluminio, tenían un 71% más de probabilidades de desarrollar la enfermedad de Alzheimer (AE).

Si estos datos no son significativos…

También en el año 2017, se publica un artículo de la Universidad de Keele (Inglaterra) titulado “Aluminio en el tejido cerebral autista”, según el cual los niños autistas tienen hasta 10 veces más aluminio en el cerebro que un adulto sano, muy posiblemente proveniente de las vacunas administradas. Tras analizar los tejidos cerebrales de cinco jóvenes que murieron con diagnóstico de autismo, comprobaron que el nivel de aluminio en todas las muestras analizadas era sorprendentemente alto, encontrándose tanto en las neuronas como en las microglías, los astrocitos y hasta en los linfocitos de las meninges y las células inflamatorias de la vasculatura llegando a ellas tras atravesar las membranas y la barrera hematoencefálica, a través de células pro-inflamatorias.

En los seres humanos los órganos más afectados por el aluminio son los pulmones, la piel, los huesos y el sistema nervioso central. En animales, el aluminio puede afectar a su desarrollo, como se ha demostrado en el caso del aluminio procedente de la lluvia ácida que daña las branquias de los peces, pudiendo incluso causarles la muerte. En gatos y conejos expuestos al aluminio, aparecen alteraciones sutiles de la conducta como defectos del aprendizaje y de la memoria y disfunción motora.

Los trabajadores expuestos al polvo de aluminio desarrollan fibrosis pulmonar, las personas que toman antiácidos con aluminio tienen mucho más riesgo de desarrollar osteomalacia, debido a que no se absorben los fosfatos a nivel intestinal. En pacientes con insuficiencia renal crónica sometidos a hemodiálisis, se ha descrito un síndrome progresivo y mortal, tras 3 a 7 años dializados,  aparece un trastorno del habla, seguido de demencia, convulsiones… cuya causa es la intoxicación por aluminio presente en el líquido de diálisis.

Parece que el silicio, presente por ejemplo en la cola de caballo o en la cerveza o como suplemento alimenticio, interfiere en la toxicocinética del aluminio, evitando su absorción a nivel intestinal y ayudando a eliminarlo a través de las heces. Os dejo un estudio donde se pudo demostrar, aquí.

Por lo tanto exijamos vacunas, antiácidos, utensilios de cocina… sin aluminio, o si las sartenes por ejemplo contienen aluminio que esté bien protegido, es decir no en contacto directo con el alimento y cuando se rallen, más vale cambiarlas por otras.

Os comparto un vídeo que grabamos hace ya un par de años sobre este tema.