¿Cómo ayuda el consumo de fibra a reducir el colesterol?

La fibra soluble influye en el metabolismo de los lípidos, reduciendo los niveles plasmáticos de colesterol total y de la fracción ligada a las LDL, el conocido popularmente como colesterol malo, sin apenas modificar los demás tipos de lipoproteínas.

Los mecanismos de acción de la fibra dietética son los siguientes:

Alteración de la solubilidad micelar debido al secuestro de los ácidos biliares.

¿Qué significa esto? Cuando la fibra llega al duodeno, secuestra las sales biliares ricas en colesterol en el interior de su matriz y como consecuencia aumenta su excreción por las heces, reduciendo la cantidad que llega al hígado por la vía enterohepática. Los tipos de fibras capaces de atrapar las sales biliares son las viscosas, como la pectina, las gomas y fibras ricas en ligninas.

Esta pérdida de sales biliares lleva a un segundo efecto, ya que el hígado para compensar esta pérdida sintetiza más sales biliares a partir de colesterol, lo que hace que este disminuya de la circulación.

Y por últimos cuando las sales biliares son absorbidas por la fibra se forman interacciones micelares que impiden la emulsificación de las grasas, con lo que disminuye la absorción de colesterol biliar (1).

Modificación de la velocidad del tránsito intestinal.

Este papel se atribuye más a la fibra insoluble, que no es capaz de disolverse en agua pero si es capaz de retenerla. Esta fibra está presente en los cereales integrales, piña, chirimoya, legumbres… al mejorar la velocidad de tránsito intestinal, impiden el contacto del colesterol por largos períodos con las paredes del duodeno, donde se absorbe la mayor parte, por lo que se absorbe menos cantidad.

Presencia de esteroles y estanoles vegetales que compiten directamente en su absorción. 

 Los esteoles y estanoles son extractos naturales que se encuentran en pequeñas cantidades en muchos alimentos como las frutas, verduras, hortalizas, aceites vegetales, nueces y cereales, que tienen una estructura similar al colesterol, sin embargo el organismo humano no puede absorberlos.

De hecho, cuando estas sustancias son ingeridas en el contexto de una dieta normal, los fitoesteroles interfieren en la absorción del colesterol en el intestino humano, causando un descenso en las concentraciones de colesterol en sangre (2).

En numerosos estudios, en los que parte de la grasa de la dieta se ha sustituido por esteroles vegetales en una dosis de unos 2 gramos al día, se ha conseguido una reducción del colesterol LDL entre un 10 y un 15%. La ingesta diaria de fitoesteroles varía ampliamente en la población, dependiendo del tipo y de la cantidad de alimentos vegetales que se consuman.

La ingesta habitual de esteroles en una dieta normal es de unos 100 a 300 mg por día. Los vegetarianos tienen una mayor ingesta (de 300 a 500 mg).

Formación de ácidos grasos de cadena corta durante su fermentación en el colon que disminuyen la síntesis de colesterol.

Cuando los ácidos grasos secuestrados en la bilis se liberan en el ciego, la microbiota que fermenta la fibra, transforma estos ácidos grasos primarios en secundarios que son más difíciles de absorber y se forman ácidos grasos de cadena corta que han demostrado que mejoran la salud del colon y previenen enfermedades cardiovasculares y cáncer.

Los resultados obtenidos a partir de 67 estudios metabólicos sobre 2.990 sujetos han señalado que cada gramo de fibra procedente de psyllium (plantago ovata) se reduce 1,1 mg/dl el colesterol total; 1 g de salvado de avena lo reduce en 1,4 mg/dl; 1 g de pectina en 2,7 mg/dl y 1 g de goma guar en 1,1 mg/dl. De forma general podemos decir que cada 5-10 g de fibra soluble reduce las concentraciones del cLDL entre un 5-10%.

La fibra soluble se encuentra en la dieta en alimentos como la cebada, la avena, las legumbres, algunas frutas como manzana y plátanos, verduras como la zanahoria, calabaza, etc.

Las últimas recomendaciones del panel de expertos americanos sobre el control del colesterol (NCEP-III), sugieren por primera vez la conveniencia de añadir a la dieta una cantidad variable de fibra soluble (10-25 g) y de los ya mencionados fitoesteroles (2 g/día), como estrategia en prevención primaria o secundaria para retrasar el tratamiento farmacológico o evitar incrementar innecesariamente la dosificación de los fármacos hipolipemiantes. Sin embargo el empleo de otros carbohidratos no absorbibles, como el almidón-resistente o los fructooligosacáridos no parecen alterar el perfil lipídico (3).


Bibliografía y fuentes consultadas:

Valenzuela B AMaiz G A. EL ROL DE LA FIBRA DIETÉTICA EN LA NUTRICION ENTERAL [Internet]. Scielo.cl. 2017 [cited 26 February 2017]. Disponible en: http://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0717-75182006000400002

Valenzuela B. ARonco M. A. FITOESTEROLES Y FITOESTANOLES: ALIADOS NATURALES PARA LA PROTECCION DE LA SALUD CARDIOVASCULAR. 2017.

Rubio MA. Implicaciones de la fibra en distintas patologías. Nutrición Hospitalaria. 2002; vol. 17, no s02


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