Azúcar, dulce veneno (parte 1)

azucar-veneno

Los carbohidratos son una amplia gama de compuestos orgánicos (azúcares, almidones, celulosas y gomas) que se generan como producto de la fotosíntesis y contienen en cantidades similares tanto carbono, hidrógeno y oxigeno. Su principal función es suministrarle energía al cuerpo y muy especialmente al cerebro y al sistema nervioso central (SNC) a través de la glucosa (sustancia producto de la descomposición que hace el cuerpo de los azúcares y almidones).

Sabías que el azúcar, es decir, la sacarosa refinada causa adicción. Su adquisición es legal y se encuentra en el 99% de los alimentos que compramos envasados.

Así como otras drogas crean marginación social a quienes las consumen, el azúcar no, más bien nos empujan a consumirlo, ya que se añade como conservante a muchos, casi todos los alimentos envasados. Su composición química es C12H22O11, y tiene un poder adictivo similar a la heroína y una fórmula química parecida a la cocaína (C17h21NO4, sólo que al azúcar le falta el átomo de nitrógeno).

Ante nuestros ojos puede resultar muy extraño que algunos carbohidratos puedan ser adictivos y dañinos para nuestro cuerpo. Pero no en la Grecia clásica, ni en las antiguas culturas de Medio Oriente donde el azúcar recién se estaba introduciendo en su alimentación. Por ese entonces, esta droga se manipulaba en dosis muy pequeñas y se utilizaba para fines específicos (especialmente para curar enfermedades). En Grecia, al azúcar se la consideraba con un efecto tanto o mayor que el del opio. Más de 2000 años después esta creencia cobrara otro sentido.

Estas divergencias, que pueden salir a la luz gracias a este análisis transcultural e histórico, se deben a que el concepto droga es un constructo esencialmente cultural. Cada cultura, en cada momento de su historia determina que es una “droga” y que no lo es. Las sociedades definen, por medio de sus instituciones cuales serán sustancias ilegales o legales; socialmente sancionadas o aceptadas. La ciencia y el analizador dinero hoy en día tienen un importante rol que jugar.

A este respecto, Eira y Gil (2000) entienden a la “Droga” como “dispositivo” en el cual, cada sustancia adquirirá una significación contextual especifica y al cual se atribuirán sentidos sociales y económicos específicos. En nuestro caso, los carbohidratos refinados han quedado fuera de este dispositivo (en tanto no son sustancias socialmente sancionadas; en cambio, están inscritas dentro de otra lógica), pero no en el de otras culturas.

Esta categoría de alimentos es muy amplia y heterogénea y puede dividirse en tres tipos:

1. Carbohidratos complejos:

Estos son una buena fuente de minerales, vitaminas y fibras. Pueden encontrase en los cereales, harinas vegetales, legumbres, arroz y pastas.

2. Carbohidratos simples:

Estos también contienen vitaminas y minerales y se encuentran en las frutas, la leche y derivados y en las verduras.

3. Carbohidratos simples refinados (CSR)

Estos carecen por completo de minerales, vitaminas o fibras y solo suministran calorías. Se encuentran en los dulces, el azúcar refinada (o de mesa), los jarabes (sin incluir los naturales), las bebidas carbonatadas y las harinas muy refinadas. Es en este último grupo de carbohidratos donde se ha encontrado un efecto psicoactivo.

Cuando una persona consume carbohidratos se estimula la secreción de insulina en el páncreas, lo que promueve la captura por parte de los músculos la mayoría de los aminoácidos, excepto del triptófano necesario para otras vías, así los niveles en sangre del triptofano permancecen estables con la ingesta de carbohidratos pero no en su proporción.

El porcentaje del triptofano sobre el total de aminoácidos disponibles en sangre, aumenta en proporción directa a la ingesta de azúcar o carbohidratos refinados. Dado que el triptófano tiene una absorción competitiva, es decir compite con otros aminoácidos en su pasaje por la barrera hematoencefalica al cerebro, la secreción de serotonina se ve sobreestimulada por la cuantiosa presencia de su precursor (Wurtman y Wurtman, 1989: 73 y sigs.).

Entonces, una vez que se produce el consumo, las hendiduras sinápticas se ven repletas de estos neurotransmisores y la persona comienza a sentirse mejor (el efecto de euforia, aunque de menores magnitudes si lo comparamos con otras sustancias psicoactivas), tal como sucede en el caso del consumo de cocaína y otras drogas de abuso. En virtud de esta sobreexistencia de neurotransmisores se produce una autorregulación por la que se envía la señal para dejar de producirlos. Así se genera una cadena en que se rompe con el natural equilibrio de la producción y se hace constante la necesidad de carbohidratos para llegar al nivel anterior (Vélez de León, 2003). Esta autorregulación puede ser explicada según Bernstein (1998) aplicando los principios de la “Teoría homeostática de la adicción bioquímica”. Según ella, el cerebro intentara compensar la prolongada presencia de ciertos neurotransmisores mediante la disminución de sus efectos o asumiéndolos como constantes en la actividad cerebral. De este modo, en el caso de la adicción a los carbohidratos el cerebro intenta compensar esta artificial presencia de neurotransmisores disminuyendo su producción normal o disminuyendo la sensibilidad de los receptores post-sinápticos. Es así que se desarrolla la “tolerancia”, donde cada vez se necesita más cantidad de azúcar para sentir el mismo efecto.

Cuando se consume azúcar, la glucosa es absorbida por la sangre, y nos sentimos animados. Es un estímulo veloz.
Sin embargo, a este picio energético le sigue una depresión, cuando el fondo se desprende del nivel de glucosa sanguínea. Estamos inquietos, cansados; necesitamos hacer un esfuerzo para movernos o incluso pensar. Podemos estar irritables, nerviosos, alterados, hasta que se eleve de nuevo el nivel de glucosa. La gravedad de la crisis doble depende de la sobredosis de glucosa. Si continuamos tomando azúcar, una nueva crisis doble empieza siempre antes de terminarse la anterior. Las crisis acumulativas al final del día pueden ser enloquecedoras. Tras varios años, el resultado final son glándulas adrenales y páncreas enfermos. El organismo de una persona puede resistir los efectos perjudiciales del azúcar durante 20 años, a partir de los cuales aparece la diabetes.
Mientras tanto la producción de hormonas es baja en todo el circuito endocrino. El cerebro puede encontrarse en dificultades para distinguir lo real de lo irreal, el individuo se vuelve precipitado y ante situaciones estresantes, se desmorona y pierde la capacidad de enfrentar cualquier contingencia. El individuo esta siempre cansado y no logra hacer nada. Sufre de “sugar blues” (o depresiones del azúcar)…

El grado de dependencia de azúcar varía según el individuo tenga un organismo más o menos tendente a las adicciones. Esto se puede valorar en la capacidad del individuo o no de “desengancharse” de este u otro hábitos tóxicos.


Bibliografía y fuentes consultadas:

Ajuriaguerra, J. de (1977) Manual de Psiquiatría Infantil, Barcelona: Torey Masson.

A. P. A. (1994) Manual Diagnostico y Estadístico de los Trastornos Mentales, Barcelona: Torey Masson.

Avena, N., Hoebel, B. (2002) Amphetamine-sensitized rats show sugar-induced hyperactivity (cross-sensitization) and sugar hyperphagia EN: Pharmacology, Biochemistry and Behavior, pp 1 a 5.

Bernstein, Richard K. (1998) Method of treatment for carbohydrate addiction. Rec: 2004, Abr 8. En: www.diabetes-normalsu.

Colantuoni, C., Rada, P., McCarthy, J. , Patten, C., Avena, N., Chadeayne, A y Hoebel, B. (2002, Junio) Evidence That Intermittent, Excessive Sugar Intake Causes Endogenous Opioid Dependence. EN: Obesity Research Vol. 10 (6). Pp: 478 a 488.

Colantuoni C., Schwenker J., McCarthy J., et al. (2001, Noviembre) Excessive sugar intake alters binding to dopamine and mu-opioid receptors in the brain EN: Neuroreport, Vol 12; (16) Pp: 3549 a 3552.

Deberti, Cristina (s/d) Trastornos relacionados con el uso indebido de sustancia psicoactivas (inédito).

Diariomedico.com (2002, Junio 26) El azúcar puede desencadenar la misma adicción que otras drogas.. Recuperado: 2003, Diciembre 10.

Dufty, William (1992 [1979]) Sugar Blues, Maldonado: Publicaciones GEA.

FAO/OMS (1995) Reunión conjunta FAO/OMS sobre los carbohidratos en la Nutrición humana, Roma, OMS
Fairburn C.G. (1998) La superación de los atracones de comida, Barcelona, Paidós.

Halber, Deborah (2000) MIT-patented treatment approved by FDA for severe form of PMS. Recuperado: 2003, Enero 12 . En: web.mit.edu/newsoffice/nr/2000/prozac.html.

Hoebel, B. (2003-2004, comunicación personal) Catedrático de Psicología. U. Princeton.

Hoebel, B.G., Rada, P.V., Mark, G.P. y Pothos, E. (1999) Neural systems for reinforcement and inhibition of behavior EN: Kahneman, Diener y Schwarz (Eds) Well being: Foundations of Hedonic Psychology, New York: Russell Sage Found. Pp. 558 a 572.

Lask, B. y Bryant-Waugh R (2000) Anorexia nervosa & related eating disorders in childhood and adolescent, East Sussex, UK: Vides Ltd.

Mc Dougall, J. (1998) Las mil y una caras de Eros. Buenos Aires: Paidós.

N.L.M. (2002) Enciclopedia Medline (Cd-Rom). Washinton: Adam.

Ottley, C. (2000) Food and mood. EN: Nursing Standard. 15, (2), pp 46 a 52.

Pouy, A. y Triaca, J. (1995) Drogas. Clínica y psicopatología del uso indebido de sustancias psicoactivas. Montevideo: Vintén Editor.

Prendez, Daniel (2003-2004, comunicación personal) Nutricionista, U. De la Republica.

Prieto, Gabriela (comp.) (s/d) Trastornos del comportamiento alimentario, (inédito).

Schultz, S. (2002, Junio 20) Sugar on the brain: Study shows sugar dependence in rats. Denied sugar, bingeing rats suffered withdrawal EN: News from PRINCETON Universitywww.princeton.edu/pr/news/02/q2/0620-hoebel.htm.

Triaca, J. (2000). Drogadicción: Pensar la Multicausalidad. Adicciones. Revista de Psicoterapia Psicoanalítica, AUDEPP. Tomo V, número 4.

Vasquez, A. (2004) Lo que a uno mata a otro engorda. Estudio de la Teoría de la Adicción a los Carbohidratos (inédito)
Velez de Leon, Y. (2003) Influencia del estado emocional en el consumo alimentario .IV Congreso Virtual de Psiquiatría: Interpsiquis 2003. Recuperado: 2003, Dic 14.

Virtue, Doreen (1990) The Chocoholic´s Dream Diet, New York: Bentam Books Westover, Arthur, Marangell, L. B, (2001) A cross-national relationship between sugar consumption and major depression? EN: Depression and Anxiety, 16, 3 , Pp. 118 a 120

Carbohydrates and Depresión (1989) EN: Scientific American, N°1, vol 260, pp 68 a 75.

www.psiquiatria.com/interpsiquis2003/951212.


Anterior
Anterior

Amenorrea y su relación con fitoestrógenos de soja y xenoestrógenos

Siguiente
Siguiente

Pudding de leche de coco, chía y frambuesa