Esclerosis múltiple y su relación con la microbiota intestinal

Aunque sabemos que la esclerosis múltiple tiene un fuerte componente genético, existen a día de hoy unos 200 genes que participan en la predisposición a sufrir esta enfermedad, la genética no es suficiente, como ya hemos hablado en varias ocasiones, le epigenética, la relación de los genes con el ambiente es clave.

Si uno de dos hermanos gemelos padece esclerosis múltiple, el otro tiene un 30% de probabilidad de padecerla, por lo que los factores ambientales influyen.

Entre los factores ambientales que pueden desencadenar la enfermedad existen algunos de origen infeccioso, como el virus de Epstein Barr, o infecciones fúngicas, bajos niveles de vitamina D, que sabemos empeoran la enfermedad, dietas ricas en sal y grasas e incluso la composición de la microbiota intestinal, demostrando una vez más la conexión entre el intestino y el cerebro.

Un equipo de la Universidad de California liderado por Sergio Baranzini ha publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences un trabajo en el que se pone de manifiesto que la microbiota alterada por determinadas bacterias puede ser causa de esclerosis múltiple. En el trabajo se comparó la microbiota intestinal de 71 enfermos de esclerosis múltiple con la de 71 personas sanas, observando que los pacientes con la enfermedad, tenían niveles muy elevados de dos especies bacterianas: Akkermansia muciniphila Acinetobacter calcoaceticus  e ínfimos de bacterias del género Parabacteroides. Tras estudiar dichas bacterias in vitro se concluyó que las dos primeras inhiben la diferenciación de los linfocitos T reguladores, células especializadss en desactivar la respuesta inmune y el cuerpo no ataque por error a sus propias células y que las Parabacteroides la promueven.

Por otro lado la permeabilidad intestinal parece también estar relacionada con el desarrollo de la enfermedad.  El estudio de las poblaciones bacterianas que habitan en el intestino es de particular interés en las enfermedades autoinmunes debido a su papel clave en la configuración de las respuestas inmunes.

Los cambios de la permeabilidad intestinal se han investigado extensamente en las enfermedades inflamatorias del intestino y la enfermedad celíaca. Recientemente, la influencia de la permeabilidad en la función cerebral está siendo muy estudiada. Al estudiar la comorbilidad entre la enfermedad de Crohn y la esclerosis múltiple, un informe describió una mayor permeabilidad en algunos pacientes con esclerosis mútiple.

En un trabajo reciente, se ha descubierto  que una alteración de la permeabilidad intestinal es un evento relativamente frecuente en EM remitente-recidivante, con una posible influencia genética en los determinantes de los cambios de la permeabilidad.  Los resultados han llegado a la hipótesis de que el intestino puede contribuir al desarrollo de la EM, al poder atravesar la barrera hematoencefálica sustancias tóxicas.

En una revisión publicada en 2017 que podéis leer aquí, se abordó la posible relación entre las células B y la microbiota intestinal, un escenario relevante a la luz de las terapias anti-células B recientemente aprobadas para la esclerosis múltiple.

Por todo ello podemos concluir que la terapia enfocada al equilibrio de la microbiota intestinal sin duda parece ser prometedora en el tratamiento de la enfermedad y así lo hacemos con nuestros pacientes, con los que trabajamos desde un punto de vista holístico a través de una correcta nutrición que mejore la salud intestinal. Podemos decir que tenemos muchos pacientes controlados, casi sin brotes.

No es incompatible con los tratamientos convencionales, la nutrición debería ser siempre un pilar importantísimo en el tratamiento de cualquier enfermedad.

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