Menopausia y grasa corporal: cómo perder peso sin dietas extremas

La menopausia marca un cambio profundo en el cuerpo de la mujer, no solo a nivel hormonal, sino también metabólico, emocional y corporal. Muchas mujeres notan que, a pesar de seguir "haciendo lo mismo de siempre", su cuerpo cambia: aumenta la grasa abdominal, cuesta más perder peso y el cansancio se vuelve más persistente.

¿Por qué cambia el cuerpo en la menopausia?

Durante la menopausia, los niveles de estrógenos y progesterona disminuyen drásticamente. Estas hormonas no solo regulan el ciclo menstrual, sino también el metabolismo, el estado de ánimo, la distribución de la grasa corporal y la sensibilidad a la insulina.

Sin estrógenos, el cuerpo tiende a acumular grasa en el abdomen, se vuelve más resistente a la insulina y pierde masa muscular más rápidamente. Esto no solo afecta la estética, sino también la salud metabólica y cardiovascular.

Cambios hormonales y metabolismo

  • Disminución de estrógenos → menos sensibilidad a la insulina y más facilidad para acumular grasa.

  • Pérdida de masa muscular → metabolismo más lento.

  • Cambios en la tiroides, cortisol y melatonina → afectan el sueño, la ansiedad y el apetito.

Estos cambios hacen que el cuerpo queme menos calorías en reposo y almacene más grasa, incluso con la misma dieta de antes.

Errores comunes que sabotean la pérdida de peso en esta etapa

  • Reducir demasiado las calorías: provoca pérdida de músculo y ralentiza aún más el metabolismo.

  • Hacer solo cardio: sin entrenamiento de fuerza, el cuerpo no mantiene músculo.

  • Saltarse comidas o hacer dietas muy bajas en carbohidratos: genera ansiedad, fatiga y efecto rebote.

  • Ignorar el descanso y el estrés crónico: el exceso de cortisol también favorece el almacenamiento de grasa.

Alimentación flexible: comer mejor, no menos

La clave está en la calidad, no en la cantidad. En lugar de contar calorías obsesivamente, es más eficaz:

  • Aumentar el consumo de proteínas de calidad (legumbres, huevo, pescado, carnes blancas).

  • Comer grasas saludables (aguacate, aceite de oliva, frutos secos).

  • Priorizar vegetales ricos en fibra y antioxidantes.

  • Evitar ultraprocesados y azúcares simples, sin necesidad de restricciones extremas.

Una alimentación flexible permite adaptarse al ciclo vital sin castigar al cuerpo ni la mente.

Masa muscular: tu mejor aliada para el metabolismo

A partir de los 40, perdemos masa muscular de forma natural si no hacemos nada para evitarlo. Menos músculo = menos quema de calorías. Por eso, preservar y fortalecer el músculo es clave para activar el metabolismo.

  • Entrenar con pesas o ejercicios funcionales 2–3 veces por semana.

  • Incluir suficiente proteína en cada comida.

  • Dormir bien y recuperarse adecuadamente.

El ejercicio importa (pero el cardio no es suficiente)

Aunque caminar o hacer bici es positivo, no es suficiente para compensar los cambios hormonales. El enfoque ideal combina:

  • Entrenamiento de fuerza → activa el metabolismo, mejora la sensibilidad a la insulina.

  • Cardio moderado → mejora la salud cardiovascular.

  • Movilidad y descanso → yoga, estiramientos, respiración consciente.

Estrategias prácticas para perder grasa sin dietas restrictivas

  • Comer cada 3–4 horas para mantener estables los niveles de glucosa.

  • Planificar comidas que incluyan proteína, grasa y fibra.

  • Hacer entrenamiento de fuerza y caminar cada día.

  • Tomar suficiente agua y evitar el alcohol en exceso.

  • Apoyarse en la suplementación si es necesario: vitamina D, omega-3, magnesio.

Hábitos y mentalidad para mantener los resultados

  • Constancia sobre perfección: no se trata de hacerlo perfecto, sino de hacerlo sostenible.

  • Compasión corporal: aceptar el cuerpo cambiante sin juzgarlo.

  • Metas realistas y sostenibles: dejar de perseguir el cuerpo de los 30 y enfocarse en salud y bienestar.

  • Descanso, comunidad y disfrute: cuidar el cuerpo también es cuidar la mente.

La menopausia no es el fin del bienestar físico, sino el inicio de una nueva etapa en la que podemos reconectar con el cuerpo desde otro lugar: más consciente, fuerte y flexible.

Siguiente
Siguiente

Homocisteína: el marcador oculto que acelera el envejecimiento