La verdad sobre las grasas; Grasas saturadas VS grasas trans (pt2)</a>
Los lípidos son un grupo muy diverso de compuestos orgánicos formados principalmente por carbono, hidrógeno y oxígeno, pudiendo contener en ocasiones azufre, nitrógeno o fósforo.
A su vez los lípidos se pueden clasificar en:
1- Saponificables (ácidos grasos y sus derivados ,eicosanoides (prostaglandinas, tromboxanos y leucotrienos), lípidos neutros (acilgliceroles y ceras) y lípidos anfipáticos (glicerolípidos y esfingolípidos)).
2- No saponificables (esteroides, terpenos, hidrocarburos y lípidos pirrólicos).
Voy a centrarme en los lípidos relacionados con la dieta para no alargarnos mucho. Hay tres tipos de lípidos en los distintos alimentos que ingerimos: grasas, fosfolípidos y colesterol:
1- Grasas que las podemos a su vez dividir según su número de dobles enlaces en grasas saturadas, insaturadas, monoinsaturadas.
2- Fosfolípidos. Estos intervienen en las funciones de transporte de lípidos y también tienen un papel estructural constituyendo la membrana celular muy importante.
Destacan el huevo y la carne del mundo animal y las lecitinas, coco, coles de Bruselas, brócoli, nueces, chocolate del mundo vegetal. Respecto a las lecitinas cabe destacar que son consideradas como la piedra angular en la construcción de células, la lecitina evita el endurecimiento de las membranas celulares.
Las células sanas conducen a un cuerpo más sano, y las membranas son una parte fundamental en el control de lo que absorbe y expulsan nuestras células. Proteger a las células es fundamental en el mantenimiento de la resistencia del cuerpo a las muchas enfermedades que pueden atacar a las células dañadas.
Los fosfolípidos, en este caso la lecitina, se producen en pequeñas cantidades a lo largo de los principales órganos del cuerpo (tales como el corazón, el hígado y el riñón), pero ésta debe ser complementada a través de la dieta.
3- Colesterol, del que ya hablamos en un artículo anterior.
Grasas
1- Grasas saturadas:
Son consideradas como ‘las grasas nocivas’, ya que se cree que son las responsables de los problemas cardiovasculares. Muchos piensan que las grasas saturadas provienen solo de alimentos de origen animal como las carnes rojas y la mantequilla pero existen también en el mundo vegetal. Los aceites de palma y de coco también son ricos en estas grasas. Las grasas saturadas se caracterizan por presentar enlaces simples, no tienen dobles enlaces.
2- Grasas insaturadas:
La mayoría de las grasas insaturadas son aceites, ya que a temperatura ambiente se encuentran en estado líquido. Son grasas beneficiosas para la salud porque ayudan a regular el nivel de colesterol o mejor dicho ayudan a mantener la proporción de lipoproteínas transportadoras de colesterol en una proporción adecuada y previenen las enfermedades cardiovasculares. Se dividen en monoinsaturadas y poliinsaturadas, hablaremos en la próxima entrega.
3- Grasas trans:
Estas grasas se producen mediante un proceso químico que se denomina hidrogenación y que consiste en añadir hidrógeno a algunos aceites vegetales. Este procedimiento se emplea con el fin de potenciar el sabor y mejorar la textura y consistencia de los alimentos, prolongando su vida útil con un bajo coste. Sin embargo, la hidrogenación provoca que una parte de las grasas poliinsaturadas se comporten como grasas saturadas de las que, no es conveniente abusar. Por ello, es aconsejable consultar las etiquetas para comprobar si contiene grasa trans, y evitar totalmente su consumo. No son las grasas saturadas de procedencia animal, sino las grasas hidrogenadas de los alimentos procesados (margarina, bollería industrial, patatas fritas, chocolates refinados y tratados, comida ya preparada y comida basura…) las que realmente causan patologías como diabetes, placas de ateromas y enfermedades coronarias o cardiovasculares.
Sabías que la grasa que rodea a nuestro corazón es altamente saturada (ácidos esteárico y palmítico) al igual que el pulmón, ambos órganos necesitan grasas saturadas para un correcto funcionamiento. Si las grasas saturadas causaran el colesterol alto, los esquimales, que viven de la grasa de ballena, que se alimentan prácticamente de carnes y pescados, se habrían extinguido ya, pero esto no es así, no sólo viven hasta edades avanzadas, sino que enfermedades como el cáncer, la diabetes, la obesidad, las enfermedades coronarias y la osteoporosis les son desconocidas.
La leche materna contiene abundantes grasas saturadas como el ácido butírico, cáprico, caprílico, láurico, mirístico, palmítico y esteárico, las cuáles son imprescindibles para asegurar el crecimiento y la supervivencia del bebé, a la vez que le protegen de los patógenos ya que tienen reconocidos efectos antivíricos, antibacterianos y antifúngicos por la presencia de los ácidos caprílico, cáprico y láurico.
El Aceite de Coco contiene estos tres ácidos grasos. El ácido laúrico, el más abundante en el aceite de coco, evita la formación de caries y placa dental por ello los nativos de las islas tropicales que siguen todavía su dieta tradicional mantienen una dentadura perfecta además de proporcionales una piel tersa y sin arrugas. Sin duda es el mejor sustituto a las cremas hidratantes comerciales que contienen derivados del petróleo. Muchos productos de higiene corporal, cremas y lociones, incluso las supuestamente ‘naturales’, contienen sodium laureth o lauryl sulfate, que aunque se procesa a partir del aceite de coco, ya no es un producto natural. De hecho, su uso principal es como anticongelante en los motores. Por ello la mejor mascarilla que yo os recomiendo son las de procedencia natural, nada como abrir un coco y aplicar su pulpa unos 20 minutos en el rostro. Además el aceite de coco tiene una importante función en regular la función de la tiroides y estimular el metabolismo. ¿Sabías que un déficit de hormonas tiroideas provoca un aumento del colesterol en sangre? Está muy relacionado.
Además con respecto al peso no es cierto que todas las grasas saturadas engorden ya que en el caso del aceite de coco ocurre justo lo contrario, puesto que ayuda a adelgazar. El coco es uno de los pocos alimentos, aparte de la leche materna, que contiene ácidos grasos de cadena media (MCFA). El organismo metaboliza los MCFA de forma diferente al resto de las grasas, puesto que no se almacenan en las células adiposas sino que pasan directamente al hígado, que los transforma instantáneamente en energía.
Dado su alto contenido en grasas saturadas, el aceite de coco es muy estable a altas temperaturas, por lo que es un aceite ideal para cocinar. Antes la industria alimentaria empleaba de forma masiva el aceite de coco y el de palma en repostería, alimentos procesados, fritos e incluso en las palomitas de maíz. Sin embargo, a principios de los años 80 un marketing agresivo por parte de la ASA (Asociación Americana de la Soja), la CPC International (Compañía de Productos del Maíz) y otros grupos con intereses en los aceites vegetales desprestigió al aceite de coco y al resto de las grasas saturadas culpándoles de los problemas cardiacos y otras muchas enfermedades. Ya han pasado más de 30 años y a mi juicio las enfermedades coronarias van en aumento.
Con lo que lo importante es que las grasas que suministremos a nuestro cuerpo sean de calidad, es decir que provengan de fuentes naturales, si son vegetales mucho mejor, y que las proporcionemos en una proporción adecuada a nuestra anatomía y fisiología. Las saturadas deben aportar menos de 10% de las calorías de una dieta, pero son las más abundantes ya que es la grasa que más abunda en nuestro cuerpo.
Mantened una dieta rica en vegetales frescos, con abundancia del verde, germinados, semillas, frutos secos, frutas… y algo de cereales, legumbres (siempre remojadas previamente), pescado y carne de ave o caza, evitad o moderad la carne roja y bebed mucha agua, además de realizar ejercicios aeróbicos como el surf, bicicleta, pasear y ejercicios de estiramiento y relajación como por ejemplo el yoga.
En la próxima entrega os hablaremos de las grasas insaturadas.