Rosa López Monís

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Mejora tus defensas ante el ataque de virus y otros microorganismos

La relación entre nutrición e inmunidad es un campo muy complejo y a la vez muy interesante.

La nutrición es un componente determinante en el desarrollo y mantenimiento de la respuesta inmune, de eso no tenemos dudas.

Los datos epidemiológicos existentes relacionan la presencia de déficits nutricionales con desequilibrios inmunitarios y con ello el incremento del riesgo de infecciones. La composición de la dieta podría condicionar la respuesta metabólica e inflamatoria del organismo, incidiendo en la evolución clínica del paciente.

Cuando hablamos de nutrición, no nos referimos solo en proporcionar calorías, o macronutrientes: proteínas, lípidos, carbos… también necesitamos lo que llamamos inmunonutrientes, que además son capaces de influir en el sistema inmunitario.

Tenemos evidencia sobre cómo los aminoácidos, o los nucleóticos influyen en el sistema inmune, tanto a nivel intestinal como sistémico.

También sabemos que las grasas, especialmente las insaturadas influyen en la inmunidad, también el hierro, el cobre, el zinc y las vitaminas liposolubles (sobre todo la A, D y E); pero también se han obtenido nuevos datos que abogan por la importancia de otros micronutrientes como el selenio, la glutamina, los betaglucanos, los aminoácidos ramificados y algunas vitaminas, como la vitamina D.

No es mi intención animar a nadie a que empiece a tomar suplementos por su cuenta, siempre os recomiendo que lo hagáis de la mano de un profesional.

Por ejemplo, la proliferación de los linfocitos se produce gracias a la activación de los receptores del ácido retinoico y, por ello, la vitamina A juega un papel fundamental en el desarrollo y en la diferenciación de los linfocitos Th1 y Th2.

Se han revisado los beneficios de la suplementación con vitamina A en la reducción de la morbilidad y la mortalidad por sarampión agudo en lactantes y niños, y también los efectos positivos de su suplementación en las enfermedades diarreicas en los niños en edad preescolar en los países en desarrollo, en las infecciones respiratorias agudas, en la malaria, en la tuberculosis y en las infecciones de las mujeres embarazada.

Os dejo un artículo por si queréis profundizar más en cómo estos nutrientes modulan el sistema inmune.

Hay poca evidencia de que la vitamina C prevenga la infección, aunque eso no significa que no sea eficaz, solo que hacen falta más estudios para poder afirmarlo con rotundidad, pero lo que la evidencia muestra es que una vez que llegó un resfriado, y este lo puede extrapolar a otros virus respiratorios,  la vitamina C puede acortar la duración de los síntomas. Nuestras células inmunes, especialmente nuestros neutrófilos, tienen una gran necesidad de vitamina C. Las naranjas y limones, los kiwis, las fresas, pimientos rojos, espinacas, coliflor y coles de Bruselas, son buenas fuentes de vitamina C.

También podemos suplementar con dosis altas, entre 1 y 2 gramos de vitamina C oral, o más cantidad de forma intravenosa, de lo que ya hay estudios previos en pacientes ingresados con problemas respiratorios, con buenos resultados.

En un estudio publicado en 2011, se concluyó, que “Dado el poder antioxidante de la vitamina C, se ha sugerido que la suplementación con este micronutriente produce una mejora en el sistema inmune y como consecuencia una menor incidencia de las infecciones, especialmente del tracto respiratorio superior”. 

En un metaanálisis publicado en 2013 en la Cochrane Database of Systematic Reviews, quisieron comprobar si la vitamina C reducía la incidencia, la duración o la gravedad del resfriado común cuando se utilizaba como suplementación regular continua todos los días o como una terapia en el inicio de los síntomas del resfriado, obteniendo como resultados que en los adultos la duración de los resfriados se redujo en un 8% y en niños un 14%.

En niños, 1-2g/día de vitamina C acortaba los resfriados en un 18%.

La gravedad de los resfriados también se redujo por la administración regular de vitamina C. Siete comparaciones examinaron el efecto de la vitamina C terapéutica en 3.249 episodios, pero se vio un efecto consistente de la vitamina C en la duración o gravedad de los resfriados en los ensayos terapéuticos.

Otra cosa muy importante es que descansemos, que durmamos nuestras 8 horas, ya que en cuando dormimos cuando el sistema linfático trabaja con mayor fuerza y nos ayuda a estar bien.

La melatonina, hormona de la pineal que se secreta mientras dormimos, tiene receptores en los linfocitos T colaboradores (membrana, citoplasma y núcleo), y producen interleuquina 4, que a su vez provoca la producción de inmunoglobulina A en las células B. También estimula a los fagocitos y T citotóxicos y a concentraciones farmacológicas inhibe la formación de radicales libres en fagocitos. Por lo que no nos quite el sueño este problema, tenemos que descansar. 

A través de alimentos como el jugo de remolacha o el chocolate negro, el ajo o la granada, podemos estimulas una vía antiinfecciosa natural, la vía del NO (óxido nítrico), que mejorará la oxigenación allí donde sea baja, así como el pH, por lo que estos alimentos pueden venirnos muy bien para mejorar la sintomatología, siempre con una dieta equilibrada. No vale comer un montón de dulces, alcohol, grasas industriales y cenar un poco de remolacha… es el conjunto lo que nos va a ayudar.

Por otro lado la glicirricina, un componente del regaliz, parece eficaz contra el coronavirus, aunque como os digo, también puede tener contraindicaciones como una bajada de potasio. Pero aquí se abre un campo que puede ser eficaz contra este virus. 

Interesante es comentar también, que se habla ya de un eje intestino-pulmón  y dado que algunos estudios revelan que se encuentran partículas virales en las heces, por lo que las transmisión puede ser vía fecal-oral.

De hecho la Guía de tratamiento de pacientes graves con COVID-19 de la Comisión Nacional de Salud de China, recomienda usar probióticos para prevenir las infecciones secundarias. Bien, pues existen algunas cepas, como Lactobacillus Plantarum, que inhiben la infección por coronavirus entérico porcino de las células epiteliales intestinales porcinas, como podéis ver en este estudio.

También se está estudiando Lactobacillus casei. En cualquier caso, una vez más se evidencia la salud intestinal y la composición de la microbiota en la salud. 

Y por supuesto, prebióticos, como los arabinogalactanos, que presentan una amplia gama de propiedades y actividades biológicas documentadas, como la protección de la mucosa gastrointestinal y la correcta función del intestino grueso, el soporte de la salud digestiva mediante la mejora de la microbiota intestinal, la mejora de la disfunción gastrointestinal inducida por estrés, el efecto sobre la permeabilidad vascular, el efecto en la enfermedad metastásica y la mejora de la función inmune.

En un ensayo controlado con placebo, doble ciego y aleatorizado que se realizó durante la temporada fría de 2010/2011, con 199 voluntarios sanos que habían reportado al menos 3 infecciones del tracto respiratorio superior en los últimos 6 meses, después de la administración diaria de 4,5 g de una preparación de arabinogalactanos o un placebo durante un período de 12 semanas, se concluyó que los arabinogalactanos del alerce aumentaban el potencial del cuerpo para defenderse contra las infecciones.

La incidencia de infecciones por el resfriado común en el grupo suplementado con arabinogalactanos disminuyó significativamente en comparación con el grupo placebo.

Hay que ponerse las pilas y por supuesto hacer caso a las recomendaciones que nos da la sanidad, respecto a el lavado de manos, quedarse en casa en la medida de lo posible, etc… pero también tenemos que estar preparados si la infección aparece, porque estamos ante una pandemia y los casos desgraciadamente aún están en la curva de crecimiento, por lo que haz de tu nutrición tu mejor aliado, en la prevención está la cuestión. 

Recordaros que tenemos consultas online para aquellos que desde casa queráis un plan de nutrición personalizado. 

#YoMeQuedoEnCasa


Referencias y Bibliografía

Nutrientes e inmunidad
Unidad de Soporte Nutricional. Hospital Universitario Vall d’Hebron, Barcelona. España
http://bit.ly/2Qh3uiw

Micronutrients at the interface between inflammation and infection--ascorbic acid and calciferol: part 1, general overview with a focus on ascorbic acid.
http://bit.ly/2TRk4Ib

Vitamin C for preventing and treating the common cold.
http://bit.ly/3aYjkGC

Glycyrrhizin, an active component of liquorice roots, and replication of SARS-associated coronavirus
http://bit.ly/38SE0ym

Surface-displayed porcine IFN-λ3 in Lactobacillus plantarum inhibits porcine enteric coronavirus infection of porcine intestinal epithelial cells.
http://bit.ly/2QdkNAX

A phase trial of the oral Lactobacillus casei vaccine polarizes Th2 cell immunity against transmissible gastroenteritis coronavirus infection.
http://bit.ly/2WkJe3g

Larch arabinogalactan effects on reducing incidence of upper respiratory infections
http://bit.ly/2WkJe3g