Rosa López Monís

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EJE INTESTINO-MICROBIOTA-CEREBRO

El eje intestino-microbiota-cerebro es un campo de investigación emergente en la ciencia médica y la neurociencia que destaca la interconexión entre el intestino, la microbiota (comunidad de microorganismos que habitan en el tracto gastrointestinal) y el sistema nervioso central, incluyendo el cerebro. Esta comunicación es bidireccional y se lleva a cabo a través de múltiples mecanismos, lo que implica una influencia mutua significativa entre estos sistemas. Aquí se desarrollan algunos de los puntos clave de este eje:

1.Producción de neurotransmisores por la microbiota:

La microbiota intestinal puede sintetizar y liberar neurotransmisores en el tracto gastrointestinal. Algunos ejemplos de neurotransmisores producidos por la microbiota incluyen la noradrenalina, la dopamina, el glutamato, la serotonina y el ácido gamma-aminobutírico (GABA). Estos neurotransmisores pueden afectar directamente la función intestinal y comunicar información al sistema nervioso entérico, que es una red de neuronas en el intestino que regula las funciones digestivas.

2. Modulación de la fabricación de neurotransmisores por las células del huésped:

Además de producir neurotransmisores por sí misma, la microbiota también puede influir en la producción de neurotransmisores en las células del huésped. Por ejemplo, la microbiota puede estimular la producción de serotonina, un neurotransmisor asociado con el estado de ánimo, dentro del tracto gastrointestinal.

3.Comunicación a través del nervio vago:

El nervio vago, un nervio craneal que conecta el cerebro con el abdomen, juega un papel crucial en la comunicación entre el intestino y el cerebro. La activación del nervio vago permite la transmisión de señales entre el sistema nervioso entérico y el sistema nervioso central, lo que afecta a la percepción de las sensaciones intestinales y la regulación de las funciones gastrointestinales.

4. Activación del sistema nervioso simpático y del eje HPA:

El sistema nervioso simpático, que controla la respuesta de "lucha o huida", y el eje HPA (hipotálamo-hipófisis-suprarrenal), que regula la producción de cortisol, son dos vías importantes a través de las cuales el cerebro influye en el intestino y la microbiota. El estrés, por ejemplo, puede desencadenar respuestas en estas vías que afectan la motilidad intestinal y la composición de la microbiota.

5. Inflamación y señalización inmunológica:

La microbiota también desempeña un papel fundamental en la regulación del sistema inmunológico intestinal. Cuando se produce una disbiosis (desequilibrio en la microbiota), puede surgir inflamación de bajo grado en el intestino. Esta inflamación puede tener efectos negativos en la función cerebral y se ha asociado con condiciones neuropsiquiátricas, como la depresión y la ansiedad.

El eje intestino-microbiota-cerebro tiene una influencia profunda en la salud en general, y su desequilibrio o disfunción se ha asociado con una amplia gama de problemas de salud. Aquí te presento algunas de las formas en que este eje se relaciona con la salud:

  • Salud mental y bienestar emocional:

Se ha observado una conexión significativa entre la microbiota intestinal y la salud mental. Un equilibrio adecuado en la microbiota intestinal está relacionado con un menor riesgo de trastornos del estado de ánimo, como la depresión y la ansiedad. Los neurotransmisores producidos por la microbiota, como la serotonina, desempeñan un papel fundamental en la regulación del estado de ánimo, y los desequilibrios en la microbiota pueden afectar negativamente esta regulación.

  • Función cognitiva:

La comunicación entre el intestino y el cerebro a través del eje microbiota-intestino-cerebro también puede influir en la función cognitiva. Se ha demostrado que cambios en la microbiota están relacionados con problemas cognitivos, como la disminución de la función cognitiva en el envejecimiento y enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

  • Sistema inmunológico y salud general:

La microbiota intestinal desempeña un papel clave en la regulación del sistema inmunológico. Un desequilibrio en la microbiota puede conducir a la inflamación crónica de bajo grado, que se ha relacionado con una variedad de enfermedades, incluyendo trastornos autoinmunes, alergias, enfermedades cardiovasculares y cáncer.

  • Salud digestiva:

La salud del sistema gastrointestinal también está intrínsecamente relacionada con el eje intestino-microbiota-cerebro. Un desequilibrio en la microbiota intestinal puede contribuir a problemas digestivos, como el síndrome del intestino irritable (SII), la enfermedad inflamatoria intestinal (EII) y el estreñimiento crónico.

  • Respuesta al estrés:

El estrés crónico puede alterar el equilibrio de la microbiota intestinal y, a su vez, afectar la respuesta del cuerpo al estrés. Esto puede dar lugar a una mayor susceptibilidad al estrés y a problemas de salud relacionados con el estrés, como la hipertensión y la enfermedad cardiovascular.

  • Obesidad y metabolismo:

La composición de la microbiota intestinal también está relacionada con la regulación del peso y el metabolismo. Los estudios han demostrado que la microbiota de personas obesas puede diferir de la de personas con peso normal, lo que sugiere que puede desempeñar un papel en la regulación del almacenamiento de grasa y el equilibrio energético.

En resumen, el equilibrio y la función saludable del eje intestino-microbiota-cerebro son fundamentales para mantener una buena salud en general, incluyendo la salud mental, la función cognitiva, el sistema inmunológico, la salud digestiva y el control del peso. Cualquier desequilibrio en este eje puede tener implicaciones negativas para la salud y puede contribuir a una variedad de trastornos y enfermedades. Por lo tanto, entender y cuidar de la microbiota intestinal se ha vuelto una área importante de investigación y atención médica en la búsqueda de mejorar la salud y el bienestar.

El eje intestino-microbiota-cerebro es un sistema altamente complejo que involucra interacciones dinámicas entre el intestino, la microbiota y el cerebro. La comprensión de estas interacciones tiene implicaciones significativas en la salud mental y el bienestar general, y la investigación en este campo sigue avanzando para descubrir más detalles sobre cómo estas comunicaciones afectan nuestra salud física y mental.