¿Protege el Yodo de un ataque nuclear?

Sois muchos los que me habéis preguntado sobre si tomar o no yodo, puede protegernos ante un ataque nuclear. Es por ello que he decidido escribir este artículo.

Para hablar de este tema, me voy a remontar al 26 de abril de 1986, cuando se produjo la explosión del reactor 4 de la central eléctrica nuclear conocida como Chernobyl. El estallido dejó al aire el núcleo del reactor y, con ello, salió una nube de vapor cargada con yodo-131 y cesio-137.

Aunque estos isótopos son radiactivos, químicamente en nuestro cuerpo se comportan igual que el yodo y el cesio estables. Se absorben, al no distinguir este sus pequeñas diferencias de masa, y es ahí donde entra la peligrosidad de su radiactividad, porque se va a quedar con nosotros. 

El yodo radioactivo, o yodo 131, es un isótopo radiactivo presente en muchos productos de la fisión nuclear, por lo que es liberado al ambiente en emergencias tales como la detonación de armas nucleares, como la bomba atómica o los accidentes en centrales nucleares. Desde ahí, puede contaminar la comida, y es de esta manera como ingresa en el cuerpo…

Uno de los órgano que más peligro corre es la glándula tiroides, ya que necesita yodo para funcionar. Tanto el cesio como el yodo radioactivo, pueden producir graves mutaciones pudiendo desarrollarse cáncer o incluso una muerte inminente, si estás muy cerca de la radioactividad. 

Nuestro cuerpo necesita el yodo para funcionar correctamente, por eso que se libere yodo-131 es un problema: este elemento radiactivo se concentra en nuestra tiroides y puede dañar los tejidos de la zona.  Si tomamos yodo, estable vamos a llenar todos los receptores, los sitios donde el yodo se puede unir, por lo que no hay hueco para que entre el radiactivo y la tiroides no va a sufrir tanto daño. Especialmente vulnerables son los niños, en plena fase de crecimiento. De hecho niños y adolescentes, tras la exposición de la tiroides al yodo radiactivo tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de tiroides más adelante en la vida.

Por otro lado es importante señalar que, aunque ayuda a saturar la tiroides de yodo, no ayuda con otros elementos radiactivos como el cesio, que perdura dos años en el cuerpo y también puede producir otro tipo de mutaciones en el ADN de nuestras células.

No obstante, el cáncer de tiroides es muy frecuente entre las personas que han vivido una catástrofe nuclear a pesar de tomar las pastillas de yodo porque, a veces, no se actúa a tiempo. En el caso de Chernobyl, como no sabían que la situación era tan grave el reparto de pastillas de yodo estable tardó en llegar a la población, lo que produjo, a posteriori, un aumento en el número de pacientes con cáncer de este tipo.

Lo ideal es que cuando nos llegue la radiacción ya el tiroides esté saturado de yodo y así no se quedará con nosotros el yodo radiactivo. 

Ya hay países como Finlancia o Bélgica donde está ya complicado conseguir el yodo. La forma más usada es el yoduro de potasio, una sal cristalina.

¿Quién puede tomarlo?

El yoduro de potasio está indicado para personas de ambos géneros y de todas las edades en caso de crisis nuclear con potencial exposición a yodo 131, incluyendo mujeres embarazadas o en periodo de lactancia (de esta manera, de hecho, se protege también al bebé, especialmente vulnerable). La dosis variará según el caso, pero a grandes rasgos oscila entre los 16mg cada 24 horas en recién nacidos y los 130mg en adultos.

No obstante, es preciso subrayar que sólo debe tomarse en casos de contaminación probable, atendiendo a las instrucciones de las autoridades sanitarias, ya que no está exento de efectos adversos. Estos incluyen molestias gastrointestinales, sarpullido, reacciones alérgicas, inflamación de las glándulas salivales y trastornos de la glándula tiroides…

Quiero remarcar que la información de este artículo es meramente informativa, no pretendo que nos pongamos todos a tomar yodo sin control, como os digo debes  consultar  en todo caso a un profesional cualificado.