¿Suplementos? No son solo una moda

“No se trata de reemplazar la comida… se trata de cubrir lo que falta.”

Durante años, la palabra suplemento ha estado rodeada de prejuicios: que si es innecesario, que si solo sirve para “gente obsesionada con la salud”, o que basta con “comer bien” para tenerlo todo cubierto.
Pero la ciencia y la práctica clínica muestran otra realidad:
la suplementación bien indicada puede marcar la diferencia entre un cuerpo que sobrevive y uno que realmente funciona en equilibrio.

¿Por qué necesitamos suplementos hoy?

En un mundo ideal, una dieta variada y equilibrada bastaría para obtener todos los nutrientes esenciales.
Sin embargo, la realidad moderna presenta varios obstáculos:

  1. Alimentos menos nutritivos
    La agricultura intensiva ha reducido la densidad de vitaminas y minerales en frutas, verduras y cereales. Una espinaca de hoy no tiene el mismo hierro que una de hace 50 años.

  2. Estrés crónico y ritmo acelerado
    El estrés agota reservas de magnesio, zinc y vitamina C, y altera la absorción intestinal.

  3. Uso prolongado de fármacos
    Anticonceptivos, antiácidos, antibióticos o metformina pueden disminuir la absorción de B12, magnesio o folato.

  4. Estilos de vida y alimentación actual
    Dietas restrictivas, consumo de ultraprocesados y exposición ambiental a tóxicos aumentan la demanda nutricional.

Por todo esto, suplementar no es una moda, es una herramienta de salud preventiva y de apoyo metabólico.

Deficiencias más comunes (y sus consecuencias silenciosas)

  1. Vitamina D

    • Deficiencia generalizada, incluso en países soleados.

    • Afecta al sistema inmune, al estado de ánimo y a la salud ósea.

    • Su suplementación ha demostrado mejorar la función inmunitaria y reducir el riesgo de infecciones respiratorias.

  2. Vitamina B12

    • Esencial para el sistema nervioso y la producción de glóbulos rojos.

    • Las deficiencias son frecuentes en veganos, vegetarianos y mayores de 50 años, ya que su absorción depende del ácido gástrico.

    • Su falta se asocia a fatiga, niebla mental y alteraciones neurológicas.

  3. Omega-3 (EPA y DHA)

    • Ácidos grasos esenciales que modulan la inflamación, la salud cardiovascular y cerebral.

    • La mayoría de las dietas occidentales tienen exceso de omega-6 y déficit de omega-3, lo que favorece procesos inflamatorios.

    • Suplementar con fuentes purificadas (aceite de pescado o algas) puede equilibrar esta proporción.

  4. Magnesio

    • Participa en más de 300 reacciones enzimáticas.

    • Su carencia se asocia a estrés, contracturas, insomnio y fatiga.

    • Formas como el bisglicinato, citrato o treonato ofrecen mejor biodisponibilidad según el objetivo (relajación, tránsito o función cognitiva).

Suplementar no es automedicarse

La suplementación responsable parte de una evaluación individual, no de una moda de redes sociales ni de recomendaciones genéricas.
Automedicarse con vitaminas o minerales puede ser tan ineficaz como peligroso:

  • Exceder la vitamina D o el hierro puede generar toxicidad.

  • Tomar zinc sin equilibrio con cobre altera el metabolismo mineral.

  • Suplementar antioxidantes en exceso puede interferir con procesos de defensa natural del cuerpo.

Por eso, la clave no es “tomar suplementos”, sino saber cuáles, cuándo y por qué.

Grupos que más pueden beneficiarse

Hay etapas o condiciones donde la demanda nutricional supera lo que la dieta puede cubrir:

  1. Embarazo y lactancia

    • Necesidades elevadas de folato, hierro, yodo, DHA y vitamina D.

  2. Veganos y vegetarianos

    • Riesgo de déficit de B12, hierro, zinc, selenio y omega-3 de cadena larga.

  3. Personas con estrés crónico o alta carga mental

    • Mayor necesidad de magnesio, complejo B, vitamina C y adaptógenos naturales.

  4. Adultos mayores

    • Absorción reducida de B12, zinc, calcio y vitamina D.

  5. Deportistas o personas activas

    • Pérdida de electrolitos, hierro y magnesio, mayor demanda proteica y antioxidante.

En resumen

Suplementar no es reemplazar la comida, sino devolverle al cuerpo lo que la vida moderna le quita.
Es una forma de cuidar la salud desde la prevención, no desde la carencia.

Cuando se hace con criterio y acompañamiento profesional, la suplementación no es una moda, sino una extensión lógica de una nutrición consciente, adaptada a las necesidades de cada persona.

Porque hoy más que nunca, “comer bien” no siempre alcanza… pero nutrirse bien sí depende de ti.

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