Microplásticos: el ingrediente invisible en tu dieta
Son invisibles, pero están en todas partes. En el agua que bebemos, en el aire que respiramos y en los alimentos que consumimos cada día.
Los microplásticos, esas diminutas partículas derivadas del plástico, se han convertido en un nuevo contaminante global… y también en un invitado no deseado en nuestro organismo.
¿Qué son los microplásticos y de dónde vienen?
Los microplásticos son fragmentos de plástico de menos de 5 milímetros, aunque muchos son tan pequeños que solo se detectan con microscopio.
Provienen de dos fuentes principales:
Primarios: fabricados a ese tamaño, como los microgránulos usados en cosméticos, pastas de dientes o productos de limpieza.
Secundarios: resultado de la degradación de objetos plásticos más grandes —bolsas, botellas, textiles sintéticos, envases— por efecto del sol, el calor y la fricción.
Con el tiempo, estos fragmentos terminan en el suelo, el aire, los ríos y los océanos, infiltrándose en las cadenas alimentarias y, finalmente, en nosotros.
Cómo llegan a tu cuerpo
La exposición humana ocurre principalmente por tres vías:
Alimentos:
Se han detectado microplásticos en pescados y mariscos, sal marina, miel, azúcar, frutas y verduras (por contaminación del suelo o del agua de riego).
Los alimentos procesados y envasados son una fuente importante, ya que las partículas pueden migrar del envase al producto durante el almacenamiento o el calentamiento.
Agua:
Tanto el agua embotellada como la del grifo contienen microplásticos. Los estudios muestran concentraciones hasta 90 veces mayores en el agua embotellada, especialmente en botellas de PET (plástico tipo 1).
Aire:
Las fibras sintéticas de la ropa y los textiles liberan microplásticos que respiramos a diario, sobre todo en interiores mal ventilados.
Microplásticos en el cuerpo humano
En los últimos años, la ciencia ha dado un paso más: ya no hablamos solo de contaminación ambiental, sino de contaminación interna.
Investigaciones recientes han detectado microplásticos en:
Sangre humana (The Netherlands, 2022)
Pulmones, placenta y heces
Incluso en tejidos cardíacos y arteriales
Estos hallazgos confirman que las partículas pueden atravesar barreras biológicas, circular por el sistema linfático o sanguíneo y depositarse en órganos sensibles.
Riesgos potenciales para la salud
Aunque todavía no se conocen todos los efectos a largo plazo, los datos actuales son preocupantes.
Los microplásticos pueden actuar como vehículos de sustancias tóxicas (metales pesados, aditivos químicos, pesticidas) y causar:
Inflamación crónica: al ser reconocidos como “extraños” por el sistema inmune.
Estrés oxidativo y daño celular, que favorecen el envejecimiento prematuro y las enfermedades degenerativas.
Disrupción hormonal, debido a aditivos como el BPA y los ftalatos presentes en muchos plásticos.
Alteración del microbioma intestinal, afectando la barrera intestinal y el equilibrio inmunológico.
Algunos estudios en modelos animales sugieren incluso efectos sobre la fertilidad y el desarrollo embrionario, lo que plantea una preocupación creciente en salud pública.
Cómo reducir tu exposición en casa
No podemos eliminar los microplásticos del mundo, pero sí minimizar su entrada a nuestro cuerpo con hábitos más conscientes:
Filtra el agua: usa filtros de carbón activado o de ósmosis inversa. Evita el agua embotellada.
Reduce los plásticos de un solo uso: botellas, films, cápsulas, envases de comida rápida.
Evita calentar alimentos en plástico.
Usa textiles naturales (algodón, lino, lana) y lava en frío con bolsa filtrante para evitar la liberación de microfibras.
Ventila los espacios cerrados y aspira con filtro HEPA para disminuir la carga de partículas en el aire.
Consume alimentos frescos y locales, con menos manipulación y empaquetado.
En resumen
Los microplásticos son el reflejo silencioso de una sociedad dependiente del plástico.
Están en el aire, el agua y los alimentos, y aunque su impacto exacto en la salud humana aún se está estudiando, todo apunta a que actúan como una fuente constante de inflamación y estrés tóxico.
La buena noticia es que cada decisión cuenta: elegir vidrio en lugar de plástico, filtrar el agua o comprar a granel no solo reduce tu exposición, sino que también protege el planeta del que depende tu salud.